Aún a riesgo de que pueda parecer simple casualidad o fruto de mi imaginación, creo que es necesario denunciar lo que es un suceso contrastable y exponerlo formalmente como "El teorema de los encuentros absurdos". Cabe decir que llevo padeciéndolos demasiado tiempo como para negar que existe algún tipo de causalidad en estos sucesos, dignos de ser investigados por Iker Jímenez.

· La primera regla o axioma es que la ciudad en cuestión debe ser pequeña. Pongamos por ejemplo la mía, que cumple esa regla al no superar los 200.000 habitantes, lo cual hace de ella más bien un pueblo grande pese a ser capital de provincia.

· La segunda es que te encontrarás con alguien en la situación más trivial o absurda que te puedas imaginar, y sin relación alguna con la persona en cuestión. Pongamos como ejemplo el encuentro absurdo de hoy:

Estaba yo en el Corte Inglés (que por cierto, sólo hay uno en toda la provincia), mirando libros para hacerle un regalo a la novia de mi hermano por su cumpleaños, que fue el mes pasado*.
Así que después de mirar entre cientos y cientos de novedades y bestsellers (afortunadamente ya se han pasado de moda los davincianos**), al final me he decidido por uno de Carlos Ruiz Zafón, no sin dudar entre ese y otro más acerca de una-escritora-que-viajaba-a-China-en-los-años-20-junto-con-su-sobrina-a-por-la-herencia- de-su-marido-fallecido-y-acaban-buscando-el-tesoro-del-último-emperador o algo así.

El caso es que justo cuando voy a preguntar en la cola equivocada si me lo podían envolver (es lo que tiene vivir fuera, que sin ninguna consideración cambian las cosas de sitio), veo que el tío que está delante de mí preguntando es mi profesor de inglés del instituto.

Como vemos, la absurdidad es totalmente característica de estos encuentros, porque ves a gente conocida que después de tanto tiempo (10 años en este caso) ni siquiera sabes si debes saludarla o no.

· Y la última y tercera regla, es que cada vez que vayas al centro, por corta o insignificante que sea esta "visita", te encontrarás con alguien conocido, sí o sí y punto. Y es que en los 3 años que llevo fuera (más otros dos de universidad), no ha habido un sólo día en que haya bajado al centro y esto no me haya pasado.

También hay un corolario (como todo teorema que se precie) y es que este fenómeno inusual se incrementa de forma exponencial en el momento en que te acercas a cualquier acto de relevancia en la vida política o social del lugar (tales como fiestas de guardar, procesiones o ferias de la tapa variadas), llegando a tener incluso 5 ó 6 encuentros absurdos por hora.

En definitiva, la moraleja es que no podrás escapar de estos absurdos e improductivos encuentros si vives en una ciudad pequeña, en la que no te conoce todo el mundo directamente pero todo el mundo sabe quien eres. Y además, por muy antisocial que seas, hasta cuando vayas a comprar el pan te encontrarás con alguien que hace años que no ves y a quien no sabrás ni qué decir.

Que sirva como ejemplo el encuentro que tuve con el chaval al que decían maricón en el colegio para meterse con él, y que me lo encontré en la papelería del barrio convertido en mariposa de camiseta ceñida y pantalones acampanados.

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* En mi defensa debo decir que vivo fuera, así que casi todos los regalos tengo que hacerlos a posteriori.

** Dícese del libro que trata temas relacionados con la religión, Cristo, el anticristo o todos ellos a la vez y que han surgido de la nada inspirados en el Código daVinci, como los que tú mismo te puedes hacer aquí.